En la mitología guaraní, monstruo con piel de oveja, garras y cabeza de oso. Habita los cerros en grandes manadas, persigue y devora a los seres humanos. En vano resulta ponerse a salvo trepando a un árbol, pues estos engendros, al grito de ¡ao, ao! cavan las raíces para derribar a sus víctimas. Sólo aquel consigue trepar a una palmera o pindó (árbol sagrado) podrá salir vivo.
